Volvemos a traer a las páginas de la Tecnologuía una entrevista con una de las personas que se ha convertido, por su trayectoria profesional, en una de las más experimentadas dentro del ámbito de la tecnología y los servicios para la industria cárnica. Jordi Vila, fundador y alma mater de Segell Expres, nos cuenta en esta entrevista su experiencia vital al frente de la empresa.
RECORDANDO A JORDI VILA de nuevo, tras la entrevista, puedes visualizar a uno de esos personajes de los cómics del gran Ibáñez que aparece con un dibujo encima de su cabeza en el que se ve un mecanismo o algo así que hace click y del que sale una idea genial. Bueno, pues eso es básicamente Vila: un inventor que a través de su formación y destreza para el dibujo ha diseñado numerosos objetos (chinchetas, precintos, cuerdas, sellos…) que hoy en día son de uso habitual para las industrias cárnicas y jamoneras, pero que antes de pasar por su mente eran inimaginables.
Pero no solo eso: también ha montado y gestionado una empresa, Segell Expres, pionera en el ámbito del marcaje industrial, de los primeros en utilizar tintas alimentarias en España, y de la trazabilidad en momentos en que esta prácticamente ni se contemplaba en la industria de la alimentación. Hablamos de sus comienzos, de la creación de su empresa y de cómo ha ido trayendo soluciones a muchas de las demandas de los industriales.
¿Cómo fueron sus inicios? ¿De dónde sale su afán creativo?
Esto viene ya de los 60. A comienzos de esa década yo trabajaba como dibujante, pero no tenía un título oficial. Lo acabé sacando a través de cursos de formación a distancia que hice durante un tiempo que estuve hospitalizado. También hacía maquetas de objetos, formas, etc. Todo esto ayudó a desarrollar mi creatividad.
Poco después me incorporé a empresas como Pegaso donde entré a trabajar como dibujante-delineante. Me ocupaba de dibujar las portadas de los camiones que se fabricaban y a mí me tocaba dibujar, por ejemplo, un motor con sus diversas partes o diseccionado por su mitad, para que los clientes en ferias pudieran llegar a ver cómo funcionaba, etc. Incluso me tocó ser decorador y diseñar los stands para ferias. La empresa me acabó pagando un curso en la Escuela Massana de Bellas Artes, en 1967 con lo que logré completar mi formación.
Todo esto me sirvió para diseñar y visualizar el tipo de soluciones que las empresas posteriormente me fueron pidiendo. Esto se ha materializado en casi 40 productos patentados y otros tantos para desarrollar. Por suerte, tengo el don de convencer y de encontrar soluciones a los problemas de los clientes. Luego ellos mismos son quienes me recomiendan a otros.
¿Y cómo fueron los comienzos de Jordi Vila en el sector cárnico?
En la visión del negocio que yo he tenido siempre, he estado enfocado a sectores como el farmacéutico, el transporte y el mundo de la carne. Esto es porque he tenido la suerte de poder hacer previsiones sobre qué iba a pasar a largo plazo y ver qué podía llegar a haber, como fue el caso de las crisis. Por ello siempre diversifiqué la actividad en esos tres sectores.
En cuanto a la actividad en el sector farmacéutico y de transporte, se ha mantenido, pero han ido perdiendo facturación respecto al cárnico. Para estos sectores inventé sellos para identificar la fecha, el nombre de la farmacia y un número identificador que tenían. Inventé un aparato automático que sellaba las tres cosas a la vez. Esto lo apliqué también al mundo del pescado, al transporte o a la carne.
De esa forma había una trazabilidad y esto fue lo que me acabó llevando al mundo de la carne, ya que por aquel entonces se mataban los animales pero no se sabía la edad del animal, dónde se había sacrificado, etc. Fue aquí cuando conocí a un ingeniero en Mercabarna que me habló de las tintas alimentarias y fui a Francia para que me fabricaran una con la que se pudiera marcar. Aquí se marcaba con anilinas, que eran tóxicas pero estaban permitidas al no haber tintas alimentarias que se utilizaran con los sellos de goma. Yo compre maquinaria para hacer sellos en bronce, acero inoxidable o material plástico alimentario.
Algunos me pedían que inventara algo para, por ejemplo, ponerlo en las canales y garantizar la trazabilidad. De ahí vino la idea de los precintos que se acabaron utilizando con motivo de la EEB, ya que daba seguridad para identificar la carne apta para el consumo. Si no estaba puesto en su sitio y se rompía, la canal estaba adulterada y no se podía comercializar. Todo esto motivó que entráramos en el mundo de la trazabilidad, ya que hasta entonces solo nos centrábamos en el marcaje de canales de vacuno u ovino.
Por todo esto puedo decir que no hay en el mercado una empresa que tenga la capacidad de invención que nosotros tenemos. Te puedes encontrar con otras que hacen sellos pero algo tan amplio y variado como nosotros, es difícil de encontrar.
¿Cómo es el proceso creativo de sus diseños?
He ido visitando las industrias cárnicas, con mi maleta, con mi catálogo de productos para que los pudieran ver, pero también les preguntaba claramente qué era lo que necesitaban.
Y ellos me exponían sus demandas de tal forma que pudiéramos diseñarles soluciones como, por ejemplo, un tapón para descaretar que no se vaya al quitarle la piel. Lo dibujo, preparo una forma y vuelvo al matadero para dársela a probar a través de varios prototipos que he diseñado en el tiempo. Todo esto se puede alargar e incluso he llegado a tardar más de un año en ello.
¿Y cómo fueron los inicios de su empresa?
Al comienzo yo diseñaba los productos. Posteriormente había que crear el molde que lo hacía otra empresa y también había que hacer la inyección en otra compañía. Tuvimos varios proveedores de esto último, pero en la crisis de la década pasada decidí crear mi propia área de inyección a través de unas instalaciones nuevas en Mataró. De eso se encargó mi hijo Albert, que también se ocupa de la fabricación de los sellos para el marcado de los jamones, por ejemplo.
¿Cómo ha cambiado la demanda de productos que hacen las empresas?
Siempre nos hemos tenido que adaptar a las necesidades de las industrias. Estas vienen, por ejemplo, de la entrada en nuevos mercados, como ocurrió con la eliminación del marchamo de acero que se colocaba en los jamones porque no se aceptó en EE.UU. No podía entrar a ese mercado el jamón español porque ese sello dañaba el hueso. Para evitar esto me inventé un plástico que pudiera entrar en la pieza curada y permitiera la trazabilidad del producto. También diseñé la pistola. Lo tengo en dos tamaños: uno para carnes frescas y otro más corto para productos curados. De esa manera se garantiza la trazabilidad, es extraíble y no deja residuos.
¿Qué motiva los cambios en la demanda de tecnología para la carne?
Desde luego que ha habido cambios pero siempre hay quienes no pueden comprar esta maquinaria tan sofisticada porque están empezando, mataderos que son modernos pero dependen de nosotros para determinadas tareas, etc.
Nos encontramos, por ejemplo, con un caso en el que había bajas debido al peso que tenía que transportar el personal. Todo esto me llevó a inventar un colgador o espada reversible para las piezas de carne fresca. Soportan hasta 300 kg y sirve para el transporte tanto dentro del matadero como en camión. Se ha hecho también por colores para hacer lotes de fabricación por días, por ejemplo.
Cuenta además con un postizo para poder hacer la trazabilidad e indicar la fecha de salida del matadero, el logotipo de la empresa y un número de lote. Ahora tenemos un colgador de 150 kg, con doce colgadores, y otro de 300 kg con doce en un sentido y otros doce en otro.
Todos estos desarrollos se suman a otros que tienen reconocimiento como un certificado del Club de Inventores en 2006 por un recogedor de grasas para jamones curados que se puede retirar para lavarlo. Se debía a la presencia de ácaros en el jamón curado. Para evitarlo se aplica aceite y este, junto con la grasa propia del proceso de curación, puede caer al suelo o manchar la ropa de trabajadores, clientes, etc. Por eso hice este invento que se puede retirar, lavar, reutilizar, etc.
Con todo esto que nos cuentas, cuando a comienzos de este siglo comienza a ser obligatoria la trazabilidad, resulta que Segell Expres llevaba ya décadas trabajando en ello.
Así es. Yo inventé el primer precinto para la trazabilidad en el que hacíamos la termografía, serigrafía, tampografía, láser y grabación. Ponemos el nombre del matadero, su número de registro sanitario y otro número que identifica el precinto. Con este logré ganar un concurso convocado por el gobierno con motivo de la crisis por la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) de comienzos de este siglo.
Luego llegaron otros desarrollos con precintos en los que se puede incluir toda la información del producto y se cuelga directamente haciendo las funciones de colgado o cuerda en el caso de los jamones curados.
De ahí vino posteriormente un invento que fue una cuerda de plástico para jamones con pezuña y otra para los que no la tienen y las paletas. Son perfectamente recuperables y reutilizables.
Las empresas familiares son habituales tanto en la industria cárnica como en el caso de los proveedores de tecnología. ¿Qué les diferencia del resto?
En mi caso, como yo fui quien puso en marcha Segell Expres pensé que lo menos que podía hacer era dar trabajo a mis tres hijos en esta empresa. Hemos trabajado todos juntos, incluso mi mujer. Ellos están ahora al frente y puedo estar un poco más en la reserva, pero como toda mi vida he sido autónomo, mi cabeza no deja de funcionar, de tener ideas y sigo dibujando y haciendo mis diseños.
Segell Expres se ha caracterizado por asistir a numerosas ferias, muchas de ellas en las principales zonas productoras y no tanto a grandes eventos. ¿Por qué escogieron esa dinámica?
Bueno, para mí son las mejores. Son ferias a las que van los pequeños productores que son los que verdaderamente tienen problemas y a los que hay que ayudar. Aquí debo hacer una especial mención a Trinidad Velasco, fundador de eurocarne, ya que yo le llamaba mucho y se tomaba la molestia de indicarme el tipo de ferias que podían ser buenas para mi empresa.
Trinidad concebía las ferias como una ventana a la calle por la que pasa mucha gente que mira, que te ve… Esto tiene el valor de que no vendes al momento, pero sí que lo haces a la larga. Expones tus ideas, las ven y esa ventana que has abierto da opción a poder materializar la venta.
Yo me daba cuenta de que participar en ferias como las que se hacen aquí en Barcelona o a la IFFA en Alemania o a otras en Francia, no eran recomendable para nosotros. Me recomendó ir a ferias como las que se hacen en Guijuelo, la de Teruel, la de Calamocha o la de Zafra porque hay una gran asistencia de público y de jamoneros. A todo esto debo añadir que considero que el trato directo con la gente, con los clientes, es fundamental.
¿Cómo ve el futuro del sector cárnico y el de su empresa?
En nuestro caso, tenemos un futuro que mientras sigamos desarrollando y adaptándonos a las necesidades de mercado, podremos mantener nuestra actividad. Hablamos de productos, de inventos, que no son normales y hay que nacer con este don para llevarlos a cabo.
Respecto al futuro de la carne, podrá haber máquinas que mejoren y automaticen las actividades, pero muchos se acabarán quedando atrás ya que no todos dispondrán de capital o subvenciones o de dinero, en definitiva, para hacer frente a ellas.
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Fuente: eurocarne.com
